“Boca Chica”: el precio del sueño en una postal caribeña

Las estadísticas de la DGCine informan que 61,294 personas vieron los ciclos de cine en el trimestre enero-marzo del 2025

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Cada sábado, a las 4:00 de la tarde se proyecta un largometraje dominicano o internacional en la sala B de la Cinemateca Dominicana, mientras está en reparación y modernización la sala grande, siendo una manera gratuita de acercar el cine dominicano y realizado con la Ley de Cine 108-10 a los dominicanos. Esta vez vimos Boca Chica.

En Boca Chica, la directora Gabriella Moses rompe con la visión edulcorada del Caribe para ofrecer un retrato crudo, inquietante y profundamente humano de la infancia vulnerada en entornos marcados por el turismo, la desigualdad y la desprotección estructural.

Con una duración de 97 minutos, el largometraje se convierte en una denuncia silenciosa, aunque poderosa, de los peligros que acechan a una juventud atrapada entre la ilusión de escapar y la brutal realidad que la retiene.

La historia gira en torno a Deisi, interpretada con una mezcla de inocencia y determinación por Scarlet Camilo, una adolescente que pasa sus días en las playas de Boca Chica soñando con convertirse en una cantante famosa.

Sin embargo, lo que podría parecer un relato sombrío de pérdida de la inocencia, cuando las mentiras, la prostitución infantil y una traición por parte de quienes deberían cuidarla, amenazan con arrebatarle no solo su sueño, sino su dignidad.

Moses articula la narrativa a través de un tejido social denso y realista. La familia de Deisi, con su madre Carmen (Lía Chapman), su tía Nena (Xiomara Rodríguez), su hermano Fran (Jean Cruz) y su primo Elvis (Richardson Díaz) no solo enmarca su cotidianidad, sino que revela, sin idealizaciones, las tensiones y carencias que caracterizan a muchas familias dominicanas que viven del turismo.

La figura familiar no siempre es refugio; a veces, es justamente el núcleo donde germinan las dinámicas de abuso, silencios cómplices y negligencia.

Uno de los aciertos del filme es su capacidad para reflejar, sin sermonear, cómo el entorno turístico de Boca Chica, con sus playas, su atractivo para extranjeros, se convierte en una trampa disfrazada de oportunidad.

El turismo sexual es aquí más que un telón de fondo: es una presencia constante, insidiosa, que condiciona las relaciones, los sueños y las posibilidades de futuro.

Además, Boca Chica incorpora de manera natural el tema de la migración como otro eje de escape y conflicto.

Fran, el hermano mayor, trabaja como repartidor de pizzas en Nueva York, una vida dura y poco glamorosa que contrasta con la fantasía migratoria que muchas veces se vende desde afuera.

Por su parte, Elvis regresa al país acompañado de una mujer estadounidense, con quien planea casarse, evidenciando otra faceta de la migración: la búsqueda de validación y salida a través de relaciones desiguales.

La directora Gabriella Moses demuestra una sensibilidad especial para dirigir a su joven elenco y para plasmar el conflicto interno de los personajes sin caer en clichés ni sensacionalismo. Su cámara es cercana, casi documental, acompañando de forma íntima a Deisi en cada gesto, en cada mirada, en cada silencio.

A través de una estética contenida, la película logra transmitir tanto la belleza efímera del lugar como la violencia sistémica que lo habita.

Boca Chica no es solo una denuncia: es una llamada de atención.

Nos recuerda que detrás del paraíso turístico hay vidas reales, cuerpos expuestos, infancias robadas. Y que el precio de los sueños, en lugares como este, a veces es demasiado alto.

Cinemateca para el público

Las estadísticas de la Dirección General de Cine (DGCine) informan que 61,294 personas vieron los ciclos de cine en el trimestre enero-marzo del 2025.

La Cinemateca en TV fue la de mayor impacto, con 58,045 participantes, o el 94.6 % del total en ese período. La Cinemateca Sobre ruedas fue en Samaná con 426 espectadores y la Tesorería Nacional con 62 participantes.

Sin embargo, representa una caída de 112.3 % comparado con los 497,367 espectadores del primer trimestre del año. Sin embargo, la asistencia al Cinefórum moderado cada sábado por miembros de Adopresci creció un 49.18 %, al pasar de 189 a 273.