Diario de un Gigoló, picante y atrevida, serie para estudiar la conducta humana

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Andaba navegando por los hilos mágicos de mi tv, cuando de repente y atraído por el título de esta serie de 10 capítulos me detuve para verla. Diario de un Gigoló.

Es atrevida y altamente “picante”. Con una carga de un erotismo que hasta poético se torna según van sucediendo los dramas. Esta serie es algo así como una especie de taller interior. En cada escena vamos aprendiendo a entender un poco más los entuertos de la vida y de quienes nos rodean.

Cada episodio contiene una enseñanza diferente sobre disímiles aspectos de la vida, en donde priman elementos tales como: la incertidumbre, el amor, la lealtad, la traición, el juego del sexo desenfrenado y como profesión (de ahí el nombre de la serie), del amor ágape y el filial, la solidaridad, la conmiseración, la melancolía y sobre todo, la determinación como un desafío para romper ciertos esquemas sociales.

En esta serie hay una trama principal y podríamos decir otras sub tramas que el televidente va descubriendo según se interne e interese por todo lo que dentro de la pantalla acontece.


Allí, un joven rescatado de las calles por una madame, es instruido para el oficio del sexo por paga, como profesión o lo que es lo mismo decir en buen dominicano, un Gigoló, cuyo personaje principal y con traumas desde la infancia por el abandono de unos padres irresponsables, se pasa la serie completa añorando encontrarse con su hermano menor, el cual aparece casi al final de la misma.

Esta interesante serie con una duración entre 45 y 55 minutos cada uno, tuvo su debut por la plataforma de Netflix el 7 de septiembre de 2022 y la misma fue filmada en Argentina, entre los meses de septiembre a diciembre de 2021.

La parte protagónica de la serie está a cargo de Jesús Castro, Fabiola Campomanes, Adriana Barraza y Victoria White, aunque debemos decir, que al inicio de la misma y a pesar de la trama envolvente y las eróticas escenas, todas hechas hasta si se puede decir con un componente poético, su protagonista, la joven Julia (Victoria White) al principio diríamos que hasta casi la mitad del segundo episodio, su actuación nos resulta hasta insípida, sin embargo, a medida que se va desarrollando la trama, su personaje adquiere más vida y esto hace que la misma nos vaya resultando más que interesante como que nos llena de una rara incógnita.

El papel que encarna Fabiola Campomanes (Ana, madre de Julia), hace una magistral demostración de lo que es una escena sexual con erotismo puro pero sin caer en la vulgar pornografía, algo que junto al personaje principal Jesús Castro (Emmanuel), poco a poco nos lleva a una identificación total con la trama principal, que es un asesinato que en principio se cree pasional pero que tiene otras ramificaciones.

En esta serie hay amor, desamor, traición, arrepentimiento, sacrificio de una madre (Adriana Barraza, quien hace el papel de la madame Minou); se trata el tema de las drogas en los jóvenes, lo empresarial, los secretos políticos ligados al bajo mundo del sexo y la prostitución, en fin, en esta serie hay un poco de todo y para todos. Digna de ver por segunda vez.