El 2009 fue un año de equilibrio para el cine dominicano, con la llegada de dos comedias y tres documentales que buscaron mantener el interés del público y atraer a nuevos inversionistas al sector.
En el terreno de la ficción, Archie López dominó la taquilla con Cristiano de la secreta, una comedia sobre un joven que finge ser un devoto religioso para conquistar mujeres.
La mezcla de humor popular y picardía la convirtió en la película dominicana más vista del año.
A su lado, Roberto Ángel Salcedo debutó como director con Mega Diva, historia de una joven manipuladora que usa el engaño para sacar provecho económico de los hombres, y que termina enfrentando las consecuencias de sus acciones.
El ámbito documental, sin embargo, ofreció una mirada más profunda y comprometida con la historia nacional.
René Fortunato, fallecido, presentó su séptimo largometraje, Bosch: presidente en la frontera imperial, un recuento de los meses de gobierno de Juan Bosch, primer presidente elegido democráticamente tras la caída de la dictadura de Trujillo.
Con esta obra, Fortunato cerró su ciclo de documentales históricos, reafirmando su papel como cronista visual del devenir político dominicano.
El director Miguel Vásquez aportó Historia del béisbol dominicano, un documental basado en el guion del periodista Héctor J. Cruz, que recorre los orígenes y la evolución del deporte más amado del país.
La película rinde homenaje a las generaciones de peloteros que han llevado el nombre de la República Dominicana a la cima del béisbol mundial.
Finalmente, “Del Fondo de la Noche” —también conocida como Oriundos de la Noche—, producción de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (Funglode), abordó uno de los capítulos más intensos de la historia reciente: el atentado y muerte del dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Dirigido por Javier Balaguer, con guion de Rafael Sarró y fotografía de Claudio Chea, el documental toma su título de un verso del poema Hay un país en el mundo, de Pedro Mir, y rescata la figura de las hermanas Mirabal como símbolo de resistencia.
Ganadora del Premio Especial del Jurado en el Philadelphia Documentary & Fiction Festival 2008, la cinta combina dramatización y análisis histórico, con el actor Víctor Checo interpretando de forma simbólica la presencia del dictador.
Aunque producida en 2007, su circuito de exhibición se consolidó en 2009, tras su estreno en el Club Mauricio Báez y su posterior recorrido por diferentes espacios culturales.
En conjunto, las producciones de 2009 mostraron dos rostros del cine dominicano: uno popular, cercano y comercial, y otro reflexivo y comprometido con la memoria histórica. Ambos confirmaron que el cine local podía entretener, pero también invitar a pensar.








