Bonita, nostálgica, dura crítica social a las autoridades dominicanas encargadas de reducir la pobreza y asegurar el bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Así es el docudrama Dossier de Ausencias, la nueva película dominicana.
Me gustó el documental de Alfonso Quiñones, quien fue su productor, y surgió de una investigación sobre las adopciones irregulares que suceden como el pan de cada día en Jarabacoa, en La Vega, ubicado en la región del Cibao de República Dominicana.
Es rápido de ver y fácil de dirigir, pero a la vez tan complejo de asimilar de unas adopciones que pueden no tener un final feliz o garantizar el bienestar de cada niño que ha sido arrancado de los brazos de sus padres y entregado a una familia que promete hacerle bien, pero que nadie sabe “el después”.
Elaine Pérez como periodista se obsesiona con el caso de Moraima Laseter Guzmán, pero mientras construye su historia descubre rápidamente la entrañas de las adopciones irregulares que realizan los padres en situación de pobreza monetaria.
Ellos quieren garantizar a sus hijos un bienestar y un futuro “mejor”, aquel que la vida le falló.
De hecho, la producción dominicana, se proyectó en el Festival de Cine Hecho en RD 2025, y ahora durante su estreno en cines pude ver, narra la historia de Moraima, que fue dada en adopción siendo un bebé, y que, tras 12 años, es devuelta a sus padres biológicos.
Me agradó ver a Judith Rodríguez en pantalla grande otra vez. Ella siempre sorprende con sus actuaciones, que combinada con la dirección de Rolando Díaz, sorprenden con la temática, la narrativa, la actuación y el peso de ser periodista y también ser humana.
Ella nos conduce por un hilo de investigación que surgió en la década de 1990 y su interés de darle continuidad a un caso periodístico de adopciones.
Quizás por ser periodista empaticé con el personaje protagónico. El saber más, el buscar narrativas que muestran la humanidad, lo que pasa lejos del Distrito Nacional.
Muestra figuras del periodismo como Nuria Piera y Josefina Navarro, además de algunas escenas de una redacción y las entrevistas simbólicas de Elaine mientras busca a Moraima.
SPOT
Las locaciones de Jarabacoa tan naturales y tan alejadas del urbanismo dan ese contraste de rapidez y locura que se vive en Santo Domingo.
Rápidamente entendemos en qué se define Dossier de Ausencias lo que hace que la película tenga un gran sentido.
Si bien no abunda en el papel del estado en las irregulares de adopciones, si lo hacen en el “después” de Moraima y otros niños que fueron entregados a otros humanos.
Sí, me gustó que fuera un documental. Quizás por eso lo hace especial.
Detalles
La fotografía no es colorida, no es oscura, es amena, con tonalidades marrones, grises, verdes, que evocan el terrible pasado, el dolor del presente y la incertidumbre del futuro de cada personaje.
La fotografía estuvo a cargo de Julio Rodríguez.
Lo único que no me gustó fue la insistencia de Elaine en que Moraima viera las grabaciones de su mamá Lun, que era Victoria, días antes de fallecer.
Esa decisión no nos corresponde a los periodistas, nosotros tejemos los hilos de la información, y sus protagonistas son quienes deciden qué pasará con el descubrimiento.
El largometraje desde el minuto uno está cargado en un viaje emocional fuerte, con largos silencios y pensamientos intrusivos del personaje principal, mientras lucha con el desarraigo, la búsqueda de identidad y el dolor de personajes como Lun y Moraima.
Creo que el largometraje es un viaje íntimo, visceral, desgarrador, doloroso, dejando una duda de qué tan avanzados estamos en proteger a los infantes de estas situaciones.
Ni triste, ni feliz, porque nunca nos conformamos con el “y si hay un mejor futuro que va de la mano con el perdón y el olvido”, pero fue agridulce.
Pero, a veces, ese es el final que necesita un audiovisual.
La producción fue realizada con la Ley de Cine 108-10 y se proyectó en Fine Arts, en la función de las 7:15 de la noche.
La taquilla costó RD$375.