SANTO DOMINGO. El coloquio convocado en el Centro Cultural Taino Casa del Cordón con arqueólogos e investigadores, desbordado de un público conocedor e interesado en lo relacionado con el cemí de algodón, debido a que no existe otra pieza taína tan marcada por la trascendencia científica y la fascinación etnográfica y la magia. El cemí de algodón es una pieza de incalculable valor histórico y cultural para la República Dominicana. (1)
Se trata de una pieza invaluable de la cultura taína, el único ejemplar conocido en el mundo y sin duda la más importante de las encontradas como vestigio de la cultura precolombina en la isla. A diferencia de los cemíes de piedra, madera o cerámica, los de algodón son extremadamente raros, ya que el material es perecedero.
La pieza está rodeada, aún hoy, de un aura de misterio por sus extraordinarias implicaciones etnográficas, su excepcional confección artesanal antropomórfica y las condiciones que le han permitido conservarse incólume, pese a ser fabricada con un material perecedero como el algodón. Es una figura elaborada con varillas de bejucos, un soporte de madera, resinas, conchas y un tejido de algodón que contiene en su interior un cráneo humano.
La figura es una expresión cultural que representa una expresión de culto familiar, por el hecho de conservar el cráneo humano que apunta al deseo de que la persona permaneciera en alma entre los vivos. .
De acuerdo con los investigadores Manuel García Arévalo y Bernardo Vega, el cemí de algodón fue confeccionado en el siglo XV y encontrado a finales del siglo XIX por un cazador o montero en una cueva cerca de Petit Trou (nombre inicial del actual municipio de Enriquillo), península de Bahoruco.
Al hallarlo en lo profundo de la cueva en la cual imperaban condiciones de falta de humedad, favorables a la conservación del material textil, ese campesino, sorprendido y asustado, se impresionó al punto que lo atacó con un machete, por lo que tiene la marca de un tajo en el cuello.
Bernardo Vega indica que Rodolfo D. Cambiaso, hijo del almirante Juan Bautista Cambiaso, fundador de la Armada Dominicana, lo adquirió de aquel montero en 1882, lo llevó a Italia, donándolo al Museo de Antigüedades de Turín. Posteriormente, se perdería el rastro del tótem. Y pasarían los años. El cemí, refiere el profesor italiano y promotor en Europa de los valores de la cultura dominicana, nunca fue robado para ser llevado a Italia (3).
El cemí fue dibujado en Santo Domingo a finales del siglo XX. Antes, una investigadora italiana encontró un texto de Cambiaso que explicaba que para esos tiempos los taínos consideraban que el cemí era diabólico, por lo cual los curas de la época los quemaban. Vega ha revelado que el conocido arqueólogo Herbert Krieger estuvo en Santo Domingo en 1930 y sus archivos se encuentran en el Smithsonian Institution de Washington.
Allí estuvo la profesora de la Universidad de Oxford, Joanna Ostapaowicz, y encontró un documento redactado a mano por Rodolfo D. Cambiaso en 1907, quien explicó que el cemí de algodón fue adquirido por su padre, el almirante Juan Bautista Cambiaso, en 1882, fundador de la Armada Dominicana.
Vega se interesó en ubicar la pieza luego de encontrar una fotografía en el Museo Británico. Las indagaciones lo condujeron finalmente a la Universidad de Turín, donde descubrió que el cemí se encontraba en su Museo de Antropología y Etnografía.
El Museo de Antropología y Etnografía de Turín, que está cerrado desde 1984 por falta de recursos, mantiene el servicio de conservación de las piezas de sus fondos. Actualmente, el cemí no está disponible para el público italiano o de cualquier otra parte del mundo. Para verlo, hay que formular una solicitud a las autoridades de la Universidad, quienes siempre acceden a la petición.
Un coloquio ilustrador
En la noche del pasado miércoles 20 de agosto en el Centro Taíno Casa del Cordón, de la calle Isabel La Católica en Ciudad Colonial, decenas de personas llenaron los espacios y sillas disponibles en el patio español del centro, como pocas veces se había visto.
Obviamente, el interés por esta pieza y la calidad de los participantes como expositores, además de una asistencia entre la cual hubo destacados historiadores, antropólogos, investigadores y gestores culturales etnográficos, fue excepcional.
El intercambio en torno a esta singular pieza indígena fue desarrollado con informaciones y apuntes del arquitecto e investigador Cristian Martínez Villanueva y una documentada ponencia con mucho soporte fotográfico, del arqueólogo Manolito García Arévalo, quienes presentaron un cuadro bastante detallado de la historia y la situación del Cemí de Algodón, todo con la moderación de José Enrique Del Monte, asesor del Centro Cultural del Banco Popular.
Bernardo Vega ocupó modestamente un lugar en la primera fila de los asientos del público, desde el cual, al final de las exposiciones, hizo importantes aportes. Vega es el verdadero héroe de estas gestiones por ubicar la pieza.
Cristian Martínez Villanueva ofreció un extendido y rico testimonio de su relación con la pieza, vivida durante muchos años en los que sirvió como consejero cultural en Italia, y que luego continuó en el país, en diversas jornadas antropológicas.
García Arévalo sostiene que las características de la pieza taína más emblemática son:
Personificación de algún antepasado fallecido de relevancia para un clan o linaje tribal.
Tiene aproximadamente 75 centímetros de altura.
Es una muestra de la perfeccionada técnica de manufactura.
Está compuesto por fibra de algodón natural, entrelazada y compactada.
A menudo se le da forma con una resina o un tipo de pegamento natural para mantener la rigidez.
Uno de los ojos es de concha blanca con el centro (iris) ahuecado, mientras que el otro es de una superficie negra, lo que da la impresión de tener un ojo abierto y el otro cerrado.
En la cintura tiene un gran círculo que podría simbolizar el ombligo, lo que elimina la concepción de que represente una deidad.
Sugiere que sea un ser humano por tener lo que podría ser un ombligo.
Expresa una extraordinaria concepción iconográfica de carácter ritual y religioso; su diseño combina rasgos humanos (antropomorfos) y animales (zoomorfos), lo que apunta a una conexión con el mundo subterráneo o las cuevas, consideradas lugares de gran poder espiritual por los taínos, y, a diferencia de los cemíes de piedra, a lo cual se agrega su peso liviano, que facilitaba su transporte y manejo durante los rituales y ceremonias.
Los investigadores, con Bernardo Vega y Manolito García Arévalo como principales expositores, han descrito su valor simbólico y cultural: Su rareza y el material utilizado indican su importancia. No era una deidad. Sino un objeto ceremonial de origen familiar al que se le atribuía gran poder y significado de cara a la élite religiosa, los caciques o los behíques (chamanes).
La fragilidad del material hace que los pocos ejemplares que se han encontrado sean un tesoro arqueológico. Su hallazgo proporciona información invaluable sobre las técnicas de artesanía, las creencias y la cosmología de los taínos.
¿El país puede recibirlo?
La pieza permanece en el Museo Arqueológico y Etnográfico de la Universidad de Turín, perfectamente conservada gracias a un tratamiento profesional técnicamente correcto.
La República Dominicana, a través de su Ministerio de Cultura, ha realizado gestiones para que el único cemí de algodón taíno que se conserva en el mundo sea traído al país, lo cual implicó que el Gobierno dominicano, encabezado por el Ministerio de Cultura, ha mantenido negociaciones por más de 15 años con las autoridades italianas para la devolución o préstamo del cemí, lo que ha incluido la firma de un memorándum de entendimiento, en octubre de 2024, firmado por Milagros Germán, el director de Bienes Culturales de Italia y el rector de la Universidad de Turín, acordando el préstamo de bienes culturales entre ambos países, como acuerdo marco.
Como resultado de estas negociaciones, impulsadas por el entonces embajador dominicano en Italia (Tony Raful), el cemí sería prestado a la República Dominicana para una exhibición temporal de seis meses, cumpliendo una serie de garantías logísticas y de seguros. La exhibición se realizaría en el Museo del Hombre Dominicano. El escritor y diplomático trabajó para lograr ese objetivo, como no es posible ser descrito en una rápida crónica periodística.
El 21 de octubre de 2024 se publicaba en medios dominicanos que, tras 15 años de negociaciones, el Ministerio de Cultura haría posible la llegada al país, para ser exhibido en el Museo del Hombre Dominicano, del único cemí taíno de algodón existente en el mundo, considerado un tesoro invaluable de dicha cultura prehispánica.
Para lograr este objetivo, la entonces ministra de Cultura, Milagros Germán, y el rector de la Universidad de Turín firmaron un memorándum en Roma, Italia, con el propósito de intercambiar, en calidad de préstamo, determinados bienes pertenecientes a la cultura taína que se encuentran bajo la custodia de ambas naciones, comenzando con el cemí de algodón.
Las 14 piezas taínas, propiedad de República Dominicana, serían cedidas a las instituciones italianas y se exhibirán durante el período acordado, como parte de una muestra organizada por el citado museo turinés. Ese acuerdo debe ser retomado por el Ministerio de Cultura, coordinando con el de Relaciones Exteriores. (4)
A las autoridades universitarias de Turín, hay que agradecerles que hayan garantizado la conservación del objeto ritual en tales condiciones óptimas, lo cual no se puede decir del cuidado que habría recibido en el país tras su hallazgo, dada la falta de experiencia y técnica para ese fin. Esas autoridades, debidamente contactadas, han ofrecido facilidades a las delegaciones dominicanas que lo han solicitado.
La comisión más difundida, además de las primeras visitas a Turín de Bernardo Vega, fue la de la comisión encabezada por el ministro de Cultura de entonces, José Rafael Lantigua (EPD), y el escritor José Mármol, el profesor italiano Danilo Manera y otras personalidades.
El consenso logrado al final del coloquio es que el país debe lograr la exposición temporal de la pieza, establecida en el acuerdo ya firmado, e incentivar la negociación diplomática que permita que sea reintegrada definitivamente al patrimonio nacional, reconociendo a Italia su aporte en conservarla.
Esta última posibilidad, observaciones que hacemos como testigos del proceso, es improbable. Pero nadie sabe. Hay milagros pendientes de ser.
El país cuenta ya con la tecnología museográfica de conservación de piezas históricas y deberá siempre agradecer a Italia y a la Universidad de Turín lo que ha hecho por conservar adecuadamente el cemí de Algodón. Ojalá regrese al territorio en que fue confeccionado por una cultura nativa identificada con la naturaleza y la convivencia armónica.