Más allá de las películas, Ley de Cine beneficia a otros renglones

La legislación cultural también impulsa la creación de salas de proyección, empresas proveedoras y casas productoras que serán beneficiadas con deducciones en pago de impuestos

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En 2010, República Dominicana se puso en el mapa cinematográfico mundial debido a la promulgación de la Ley de Cine 108-10, que sentó las bases de incentivos, reglamentos y regulaciones para el naciente cine nacional.

Además de que impulsó la creación de largometrajes en República Dominicana, la legislación cultural favorece a otros renglones económicos que pueden aprovecharse de la ley que cumple 15 años de promulgada en 2025.

Por ejemplo, la construcción de salas de cine. En el siglo XX, se contabilizaron más de 235 cines en todo el territorio nacional, debido al interés de grupos empresariales en apostar por el séptimo arte en Quisqueya.

La Ley de Cine define el complejo de salas de cine como el conjunto de dos o más salas de exhibición cinematográfica instaladas en un espacio físico con áreas comunes y cuya explotación se realiza por un mismo exhibidor.

A marzo del 2025, la Dirección General de Cine (DGCine), a través del Sistema de Registro Cinematográfico, conocido como Sirecine, contabilizan cuatro exhibidores que albergan 135 salas. Estas se ubican en provincias como el Gran Santo Domingo, Monseñor Nouel, Puerto Plata, La Romana, La Altagracia, San Juan y Santiago.

Su importancia radica en que permiten al público dominicano acercarse a la industria cinematográfica como espectador y posible cinéfilo.

Datos del Ministerio de Cultura especifican que el dominicano en promedio asiste tres veces al cine durante un año, siendo el 63% entre una o dos veces, y el 26% asiste a ver películas dominicanas.

Asimismo, el Artículo 37 establece las exoneraciones a la construcción de salas de cine.

Las personas naturales o jurídicas que invierten capitales en la construcción de salas de cine en el Distrito Nacional y Santiago quedan exonerados del 50% del Impuesto Sobre la Renta (ISR) por un período de 15 años a partir de la vigencia de la ley por concepto de ingresos generados por las respectivas salas.

La legislación promulgada en 2010 hace hincapié que para las demás provincias y municipios del país, la exención contemplada en el presente artículo será de un 100%.

Las tasas de calificación provisional son de RD$30,000, mientras que la definitiva es de RD$70,000.

Por otro lado, el Artículo 40 establece la calificación de proveedor de servicios técnicos especializados que interesado en acogerse a la exoneración de impuesto sobre la renta (ISR) deberá ser calificado como proveedor.

Destaca que “la totalidad de sus ingresos se generen por la prestación de dichos servicios a personas jurídicas cuyo objeto exclusivo sea la producción de obras cinematográficas”.

Este tendrá una tasa de RD$25,000 por persona física y RD$100,000 si es persona jurídica.

Estudios de filmación

Asimismo, el Artículo 41 establece los incentivos al establecimiento de estudios de filmación o grabación quienes disfrutarán de una exención del 100% del ISR durante un período de 15 años, a partir de la vigencia de esta ley en 2010.

La tasa varía entre RD$30,000 y RD$70,000

En República Dominicana se encuentran los estudios Quitasueño, La Aldea, Lantica Media, La Casita Producciones y Lone Coconut.

Quitasueños es propiedad de Angel Muñiz y está ubicado en Haina, siendo el lugar donde se grabó el audiovisual Nueba Yol, por fin llegó Balbuena en 1995.

El Indio, o Francis Disla, creó La Aldea Studio en Santo Domingo Este, realizando obras como Danny 45 y El fantasma de mi novia.

Lantica Media es de la familia Vicini y está ubicado en Juan Dolio, San Pedro de Macorís. Suele acoger las producciones extranjeras como La Ciudad Perdida en 2022 y Narco Santos, también del 2022.

Alan Nadal Piantini fundó en 2016 La Casita Producciones, quien ha llevado bajo su tutela las producciones Atravesando el Jordán, En tu piel y Buscándole un novio a mamá.

Además, existe la diversificación.

Lone Coconut, de Ricky Gluski y Alejandro Pérez están dedicados a la etapa de postproducción. También se ubican en Juan Dolio, y entre su filmografía están María Montez, Blanco, Cuentas por cobrar e Isla Rota.