Santo Domingo. El cineasta dominicano José María Cabral, conocido por su trabajo en el drama carcelario Carpinteros, se adentra nuevamente en el mundo del cine documental con su proyecto más reciente, La 42.
Este vigoroso retrato de la emblemática calle 42 en el barrio de Capotillo, Santo Domingo, se estrenará mundialmente en el festival SXSW el 7 de marzo, después de haber lanzado su tráiler en Variety.
La 42 no es solo una calle, sino un microcosmos donde la vida, la música, el arte y la danza se enfrentan a la represión y el control policial.
La policía local irrumpiendo en la zona con motos, deteniendo a los residentes sin justificación aparente, es una imagen común en este barrio, que, aunque marcado por el narcotráfico y la delincuencia, también es hogar de una vibrante comunidad artística.
Para Cabral, esta es una parte fundamental de la historia, al mostrar que detrás de la violencia hay personas que luchan por salir adelante a través de la creatividad y el arte.
En sus palabras, «Sabemos que en La 42 hay delincuencia y narcotráfico, pero esa no es la única realidad. Hay muchas personas buenas, artistas y creativos que solo quieren avanzar».
La música en La 42 es una de las principales expresiones culturales del barrio, destacándose el Dembow, un género musical que representa la resistencia contra la globalización y la homogeneización cultural, con su origen en las tradiciones jamaiquinas.
Cabral, quien se sumergió en el barrio durante un tiempo para comprender su ritmo y entorno, revela que la convivencia con los habitantes fue clave en el proceso de investigación del documental.
«Viví por un tiempo en el barrio, justo encima de una discoteca, y en esos momentos que parecen ‘aburridos’ cuando observas el amanecer o ves a la gente ir a trabajar, fue cuando realmente comencé a entender la historia», comenta Cabral, reflexionando sobre la importancia del proceso de investigación.
Más
- El documental, que tiene una duración aproximada de 40 a 50 minutos, comenzó como una especie de «proyecto preliminar» que permitió a Cabral y su equipo afinar la visión estética y sonora.
- El desafío principal fue capturar la esencia de la música y los sonidos del lugar, donde hasta 17 canciones distintas podían sonar a la vez, creando una cacofonía única.