Simone Biles vuelve a volar… Qué bien se siente escribirlo, y cuán poderoso se siente vivirlo. El documental, disponible en Netflix, no tiene desperdicios.
La gimnasta más condecorada en la historia se muestra vulnerable, fuerte, humana y resiliente en dos capítulos que prometen aproximadamente 90 minutos de inspiración.
Biles, quien se alzó con la medalla de oro en la edición más reciente de los Juegos Olímpicos, celebrados en París, habla sobre las peripecias que experimentó en las Olimpiadas de Tokio al quedar neutralizada por estar lidiando con su salud mental.
En el audiovisual, se refiere al abuso sexual, del cual fue víctima por años, junto a más de 200 gimnastas estadounidenses. Simone, que con solo 19 años había alcanzado la cima de su carrera, en 2020 tocó fondo.
El prodigio en gimnasia no solo se convierte en una voz para las gimnastas abusadas, sino que abre la conversación sobre la salud mental de los deportistas. Rompe, asimismo, con los prejuicios que rodean a las personas públicas, quienes no están exentos de tener crisis o dificultades con su salud mental.
Con su experiencia, lleva un mensaje de esperanza en tiempos difíciles, que llaman a la conciencia sobre lo efímero de los malos momentos y de la importancia de rodearse de un círculo de personas saludables y que apoyen.
La pieza documental también presenta las redes sociales como un espacio hostil, donde las personas vierten su odio a través de comentarios, refiriéndose no solo a su desempeño en la competencia de 2020, sino a su aspecto físico, una exigencia absurda y superficial.
«Las personas te ponen en un pedestal y yo solo ruego ser humana» fue una de las frases que me impactaron y me hicieron reflexionar en lo importante que es dejar a un lado las expectativas de los demás. Imagino lo complicado que fue para ella no tener el derecho de fallar, de equivocarse en lo que toda su vida demostró ser la mejor, cuando fallar y equivocarse resultan ser las cosas más comunes en este mundo.
Otro de los momentos que más alegría me causaron fue ver, lo que Simone describe como «la magia de las chicas negras», cuando junto a otras gimnastas ganó la competencia más importante previo a las Olimpiadas de París 2024. Este momento no solo era un hito, sino que visibilizaba a mujeres negras en ese deporte y servía de inspiración para otras niñas y jóvenes negras que sueñan.
Sus medallas la avalan como la mejor del mundo, pero algunas de sus mejores medallas son la compasión y la humildad. Lo demostró cuando ganó plata en los recientes Juegos Olímpicos al reverenciar a la brasileña Rebeca Andrade.
En su documental se refiere a su adopción y cómo, a pesar de lo que dicen las estadísticas sobre los niños en casas de acogida y ser hija de una persona alcohólica, rompió el patrón y se convirtió en su mejor versión.